ARTÍCULO: ¿Estoy enamorado/a o es dependencia emocional?

¿Estoy enamorado/a o es dependencia emocional?

  • “El amar o enamorarse no es peligroso, la dependencia emocional ¡si!”


Definamos el enamoramiento

En cada persona el enamoramiento aparece desde circunstancias muy diversas; sin embargo, constituye una experiencia cuyas características fundamentales, a nivel de sentimientos, pensamientos y conductas son compartidas por la mayor parte de quienes se enamoran, independientemente de su edad y de su orientación sexual. En este sentido, el enamoramiento constituye una etapa del proceso amoroso con sus propias características. Es un estado emocional en el que se experimenta intensa alegría cuando nos sentimos muy atraídos o atraídas por una persona a la que idealizamos y le asignamos una serie de características, que en muchas ocasiones son sobrevaloradas. 

Es muy probable que durante el enamoramiento en la adolescencia y en la juventud no se vea realmente a la persona tal y como es sino que, más bien, sólo se destacan aquellas cualidades que los adolescentes y los jóvenes desean ver o que creen que la otra persona tiene, convirtiéndola en alguien especial con quien siempre han soñado.

En general, las personas tendemos a enamorarnos de personas parecidas en cuanto a nuestros valores y en las percibimos cosas en común y que dice mucho de nosotras mismas, pero que suponen una novedad respecto a la situación actual que vivimos.

La persona de la que nos enamoramos, además de tener elementos comunes con nosotros y posee aquello que necesitamos en ese momento para mejorar, crecer o avanzar como personas.
Durante el enamoramiento, el sentimiento más destacable es la necesidad de búsqueda de acercamiento y de proximidad con la otra persona.

Surgen grandes deseos de conocer, de estar con la otra persona y de reciprocidad que generan, a su vez, un sinfín de sentimientos positivos y negativos, de tal manera que, ante cualquier indicio de ser correspondida, la persona enamorada experimenta alegría, euforia, felicidad, sintiéndose ilusionada y feliz.

En cambio,  el vacío, la tristeza, el malestar, aparecen cuando se recibe la indiferencia o no correspondencia por parte de la persona de la que te enamoras, sintiéndonos frustrados.


¿Qué es la dependencia emocional?

Detrás de estos dos términos se define un vínculo afectivo permanente y excesivo con otra persona. Es un fuerte apego que se produce en las relaciones con los demás y que puede provocar un sufrimiento real. Aunque se da sobre todo en parejas, también puede ocurrir en cualquier otro tipo de relación.

La dependencia afectiva designa un fenómeno de incapacidad psicológica de vivir por y para uno mismo. Se asocia, sobre todo, a una baja autoestima y puede encubrir deficiencias afectivas en la infancia. En este tipo de relación prevalece el sentimiento de apego y subordinación, con las consiguientes consecuencias emocionales negativas.

Los resultados de un estudio muestran que la dependencia emocional se relaciona negativamente con la autoestima y positivamente con la sintomatología ansioso-depresiva.  En este tipo de relación, la dependencia psicológica es “normal”, existe una asimetría de roles y se desarrollan conductas desproporcionadas e inadecuadas para satisfacer la necesidad de afecto.

¿Cómo son los adolescentes o jóvenes emocionalmente dependientes?

  • Sólo está feliz si quienes le rodean (familia, amistades, compañeros de clase…) están con él o ella, sólo entonces siente que merece la pena.

  • Antepone las necesidades y deseos de los demás a las suyas propias. Dice “si” cuando quiere decir “no”.

  • No trabaja por incrementar su autoestima porque considera que son los demás quienes se la dan y de esta forma, buscará desesperadamente la opinión de las demás personas.

  • Vive el amor como “enganche”, sumisión e idolatría hacia la otra persona y no como un intercambio recíproco de afecto.

  • Sobrevalora lo que la pareja significa, la idea romántica de la media naranja,  con lo que la pérdida de esa persona se convierte en la pérdida de uno mismo. “Sin ti no soy nada”, por lo que tendré que mantener la relación a toda costa.

  • Temen permanentemente hacer o decir algo que pueda molestar a alguien y evita los desacuerdos por miedo a que le rechacen.

  •  Se entrega a la otra persona desde el sacrificio, teme ser abandonada o rechazada.

  • En su relación con la sexualidad, pueden convertirse en el objeto de uso por parte de sus parejas, no siempre por deseo personal, sino más bien, por miedo a perderla. Además, las relaciones sexuales son percibidas como un medio para satisfacer a la pareja dejando en segundo lugar la gratificación personal. Así, el sexo es asumido como una vía para conseguir el amor del otro.

  • Se apega a alguien a quien idealiza (de ahí la facilidad para llegar del enamoramiento a la dependencia)

  • Se siente atraída por relaciones difíciles y llenas de dificultades; y para suplir su deficiente autoestima, se “engancha” a chicos conflictivos que aparentan seguridad en sí mismos, aunque sólo sea de fachada.



Cómo podemos reconocer el problema de la dependencia emocional (síntomas de la dependencia afectiva)

  • Angustia o miedo exagerado a la separación. ¿Te suenan estas frases? “si me deja, me muero”, “no puedo vivir sin él”, “ahora que es mío, ya no se me escapa”, “voy a hacer todo lo que sea posible para que no me deje”… La persona dependiente no se imagina que la relación pueda terminar, esa posibilidad ni se la plantea. El dependiente no consigue disfrutar ni ser feliz si no es a través de la otra persona y por ello busca el vínculo en sus planes constantemente. 

  • Obsesión por alguien. Deseo e impulso irrefrenable por el  acceso constante a la persona de la que se depende, hay una necesidad y fijación excesiva por tener contacto continuo a través de llamadas, mensajes… En todo momento la persona dependiente ha de saber dónde está, con quién está y tener comunicación con su pareja. La persona dependiente muestra un amor desmedido, busca complacer continuamente a la pareja y muchas veces con regalos exagerados.

  • Idealización. La persona dependiente idealiza a su pareja de tal manera que no es capaz de ver nada negativo en él o en ella; se venera a la pareja como si de un Dios o de un ser superior se tratara. El dependiente asume que su pareja es el ser más maravilloso que ha conocido jamás, es ideal porque es perfect@, no se equivoca nunca, no comete errores, no se imagina su vida sin él o sin ella e hará todo lo que esté a su alcance para mantener la relación. En este punto, la persona dependiente sobrevalora las cualidades de su pareja e infravalora las propias.

  • Dependencia económica y doméstica. Las personas dependientes suelen serlo también a otros niveles, como el económico o en las obligaciones domésticas.

  • Los hombres que presentan dependencia emocional la expresan de una forma larvada. Existe la necesidad afectiva pero es más frecuente expresarla de una forma más agresiva, de modo que se intentan satisfacer las propias necesidades de afecto pero al mismo tiempo puede aparecer un menosprecio hacia la pareja.

  • Por el contrario, las mujeres tienden al uso de técnicas de afrontamiento evitativas relacionadas con el autoengaño o la negación. Esto significa, que la búsqueda de afecto genera comportamientos de insinceridad y opacidad comunicativa, mixtificación y mecanismos de manipulación y reincidencia, entre otros, y que induce a un registro de la realidad distorsionado.


Un ejemplo real

A continuación presentamos un ejemplo de posible caso real para terminar de entender el concepto de dependencia emocional:

María siempre había sido una niña tímida, introvertida y con la autoestima algo baja. No se sentía muy agraciada físicamente hablando y su forma de ser tan sensible, callada y dulce no hizo que tuviera muchos amigos en el colegio, ni fuera la más popular.
Empezó a sentir interés por los chicos a los 14 años de edad, ella siempre había fantaseado con encontrar a su príncipe azul, la idea de encontrar y vivir el amor romántico como en las películas que veía y en las novelas que leía era uno de sus objetivos fundamentales y es que María creía en el amor “verdadero”, en el amor para toda la vida.

Recién cumplidos los 20 años y mientras estudiaba la carrera de farmacia María conoció y se sintió profundamente atraída por Luis, él era un hombre mayor que ella, un abogado amigo de su familia, un hombre que en ese momento le producía admiración, seguridad, poder y una fascinación hasta ahora jamás experimentada por ella. Se enamoró profundamente de él.

Ella pensaba que el destino les había unido, que era una especie de regalo de Dios y por ello decidió entregarle su vida. Así empezaron una relación sentimental que duró 13 años.
Durante ese tiempo, ella reconoce que fue manipulada, que dejó de ser ella misma para ser un clon de su pareja o de lo que ella consideraba que su pareja quería, dejó de salir con sus amigos de manera habitual, ni siquiera acudía a las citas puntuales de sus grupos de amigos como cumpleaños, cenas de navidad, bodas… no acabó la carrera que estaba estudiando ya que empezó a trabajar con él y para él, cambió su estilo de vestir, dejó de escuchar la música que antes oía, empezó a comer diferente, su ocio cambió… Ella adoptó una posición sumisa en la relación con el único objetivo de mantenerla ya que imaginarse la vida sin él era la desgracia más horrible del mundo.

Así María se fue alejando de su familia y de sus amigos íntimos y es que sus padres, sus hermanos y amigos no entendían el cambio tan radical en ella y tras intentar hacérselo ver, ella no cedía e incluso se sentía incomprendida y abandonada por los suyos. “¿No queréis que sea feliz?”, “¿es qué no os alegráis por mí?”, “¿acaso será que os da envidia?”..
Finalmente María y Luis se casaron y antes y después de la boda María fue consciente de varias infidelidades y comportamientos irrespetuosos que ella aceptó. María no decidía prácticamente nada en la pareja, viajaban donde él quería, cenaban en los sitios que él elegía, veían las películas que él decidía… Hasta la decisión de no tener hijos (algo que ella siempre había querido) la asumió sin quejarse, ni atreverse a proponer lo contrario.

De esta forma, María se convirtió en una mujer sumisa y triste, lo que le llevaba a sentirse culpable y avergonzada; pero el miedo a la soledad y a pensar que nadie la podría querer, hacían que no fuera capaz de romper la relación.
Después de aguantar muchos desprecios y ceder en situaciones importantes de su día a día, se dio cuenta que no era feliz y que no llevaba la vida que quería llevar. Vislumbraba una luz al final del túnel, así que tomó la dura decisión de dejar a Luis. Los meses siguientes fueron un infierno, estuvo sumida en el llanto, el dolor, su cuerpo temblaba, adelgazó mucho… pero finalmente se encontró con ella misma, pudiendo empezar de cero, aprendiendo del pasado.




Vías para superar la dependencia emocional

La dependencia emocional no es algo irreversible, es decir, se puede curar. Pero para superarla es necesario que se reconozca y se acepte. Se puede hacer mediante el trabajo de desarrollo personal con apoyo terapéutico, que puede ser útil para guiar a la persona en este camino. 

Porque el principal problema del “adicto emocional” es la falta de confianza en uno mismo: piensa, de forma errónea, que nadie lo quiere como es y que debe vivir a través del otro. 

Primero, por tanto, tiene que quererse a sí mismo para tener éxito con los otros tipos de relaciones (familiares, de amistad, pareja, etc.). Debe identificar sus necesidades insatisfechas, sobre todo aquellas que busca nutrir a través del amor de los demás e identificar de dónde proceden esas necesidades. Es importante prestar atención a cómo se siente, un trabajo de introspección y descubrimiento de uno mismo. 

En la mayoría de los casos, las necesidades son de amor, de reconocimiento, de ser amado y reconocido en la vida personal y profesional. Y para superar esto, la clave está en establecer límites, lo que obliga a conocerse mejor a sí mismo. Cuanto más nos conocemos, más podemos identificar nuestras necesidades. 

El objetivo de la terapia se centra, en líneas generales, en ayudar a la persona a reconocer el problema, abandonar cualquier relación tóxica que tenga, encontrar las causas y tratarlas para que no se repita el mismo patrón en nuevas relaciones que se creen.




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